martes, 30 de diciembre de 2014

Feliz Navidad


Se deslizan las arenas del reloj
como caen, desde el almanaque, las hojas...
Envuélveme en tus poemas y cantos
en tus sueños y cariño,
que es lo que de ti espero...
Mira que hasta mí arriban las memorias, 
como nao que atraca en el ?#?puerto?...
Así me abordan las imágenes. de extendidas manos
que supieron ser amigas...
Frases, palabras y risas...
Te vas alejando 2014,
te vas, dejando la huella de tu paso
Se va, se va, se va... pero tú, amigo,
permanecerás en mi corazón,
en mis voces, escritos y silencios...

Martha Elsa Durazzo

Derechos reservados
2015


viernes, 19 de diciembre de 2014

Mis alumnos de Jurídico



Mis jóvenes de 10. Cátedra: Etimología jurídica. 
Siempre tienen y tendrán su lugarcito en mi corazón. 
lq.


Martha Elsa Durazzo M.
2015


martes, 25 de noviembre de 2014

Canto del sol


En la sonrisa de tus besos
me estremezco
Canto del Sol
que del vientre de dios parte
La mirada se dirige al infinito
Pensamientos creadores 
de un presente
labran la eternidad
Miro de Tu obra la cadencia
la Palabra en el universo acunada
Viento y fuego contenido
en un verso de Amor.



Martha Elsa Durazzo Magañana:.


*Fotografía: Rodolfo González.
Derechos reservados de Autor.
Noviembre 2014

domingo, 23 de noviembre de 2014

Mariposa


Sonrisas
Caminos
Estelas
Silencios
Un caminante navega por la galaxia
extiende su báculo
siembra flores
crisálidas
Me sonríe
Una mariposa
en mi hombro
se detiene
Yo sonrío
Tu regreso esperaré.
La mariposa y yo
volamos a casa.



Martha Elsa Durazzo Magañana

*Fotografía: Gustavo Pastrana.
Derechos reservados de Autor.
Noviembre 2014

viernes, 21 de noviembre de 2014

Amanecer


Alguna vez soñé que tus ojos
eran un translúcido espejo...
Transparentes ventanas, como aguas ambarinas,
cantando estrofas, en silencio,
Mientras enunciaban, tus labios
el secreto de un amanecer.


Martha Elsa Durazzo Magañana

Derechos reservados de Autor.
Noviembre 2014

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Soledad



Tu soledad y la mía
De pronto me di cuenta de que tu soledad me buscaba en silencio
De pronto me di cuenta de tus celos...
De pronto me di cuenta de mi desconcierto.




Martha Elsa Durazzo Magañana

Fotografía: Alfredo Jiménez.
Derechos reservados de Autor.
Noviembre 2014

domingo, 16 de noviembre de 2014

Plenitud


Vivo en esta plenitud de amanecer
rodeada de cálices colmados de tu aliento
de la retomada esperanza
gracias al amor.


Poemarío "Alborada", 
Fotografía: Gustavo Pastrana.

Martha Elsa Durazzo Magañana

Derechos reservados de Autor.
Noviembre 2014

viernes, 14 de noviembre de 2014

Gloriosa Armada de México




CAMINÉ LA CALLE 27
CON MI FRÁGIL MANO, DESCANSANDO SOBRE TU BRAZO...
Y RECORRISTE MI INTERIORIDAD, TORNADA EN LA INTIMIDAD DE LA HOGUERA DEL HOGAR... VIENDO GRÁFICAS, DOCUMENTOS... MIS ESPACIOS SECRETOS... LO NO VISTO, LO INVISIBLE PARA LOS PROFANOS DE AQUELLO QUE CONSERVO PARA MÍ...
BUSCABAS... BUSCABAS LIBERAR DEL HORROR, LA AMENAZA, INTERFERENCIAS Y ESPANTOS A LA HUMILDE ESCRITORA ATENAZADA...
CAMINÉ, SÍ, LA CALLE 27... 
CON TU MANO EN EL GATILLO DE LA 45, CON MI MANO REPOSANDO EN TU BRAZO...
GLORIOSA ARMADA DE MÉXICO, RESONABAN LAS HÉLICES DE LOS HELICÓPTEROS, EN POS DE LA JUSTICIA, DE LA VERDAD Y LA DEFENSA DE MÍ, DE LOS INOCENTES... Y YO, SÓLO TENÍA MI SONRISA, UN CAYADO Y MIS LETRAS... Y TE ENTREGUÉ MI OBRA Y ALGUNOS DE MIS LIBROS, FRUTO DE MI TRABAJO... Y ESA NOCHE DORMÍ, ESTANDO VIVA, CON EL POPOCATÉPETL, VIVO, CUSTODIANDO, A LA DISTANCIA MI SUEÑO... 
DIME, ASEGÚRAME, EN MIS SUEÑOS Y DESEOS DE POETA, QUE PUEDO EXISTIR TRANQUILA, PERMANENCIENDO EN PIE, EN M I MÉXICO, LUCHANDO POR UN SUEÑO: LA PALABRA Y EL VERBO, CONJUGÁNDOSE EN UN ALMA, EN UN ALFA Y UN OMEGA...
ELEVO MI COPA DE BACARATT, PLENA DE UN VINO AÑEJO... IGNORO SI VIVIRÉ MAÑANA, PERO HOY BRINDO POR MIS PADRES, MAESTROS, POR MIS AMIGOS... POR UN PEÑA NIETO QUE ES MI TLATOANI... POR TI Y POR GLORIOSA ARMADA DE MÉXICO.
*PROSA POÉTICA DE MI AUTORÍA.
AGRADECIÉNDOLES A LA H. ARMADA DE MÉXICO, A DÑA. BERTITHA MALPICA DE AHUED, A TODOS SUS HIJOS, A ARELY HUBER... A SANDRA VÁZQUEZ, A ÁNGEL JUÁREZ, A MIS ALUMNOS DE LA UNIVERISDAD DE LAS NACIONES... A TANTAS NACIONES QUE LEVANTARON SU VOZ Y PALABRAS... A MIS AMIGOS POETAS Y A MIS QQ:.HH:. PORQUE, ANOCHE DORMÍ TRANQUILA, PERCIBIENDO SU AMOR Y PROTECCIÓN... MAÑANA, MAÑANA SERÁ OTRO DÍA.
POCO LO DIGO, PERO LOS Q. BASTANTITO.

Martha Elsa Durazzo Magañana

Derechos reservados de Autor.
Noviembre 2014

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tic tac...



Tic-tac, tic- tac... Se desgranan las manecillas del reloj...
 Tiempo, inexorable tiempo: compañero, aliado y confidente...
 Hazme de los amigos, el apoyo sentir, vivir sus promesas, 
y escuchar de la música el compás, semejante al síncrono 
ritmo del universo, y de los versos la sintonía que exhalan,
 como cantar de canoras, en este ámbito que Dios me otorga, 
como dádiva de la terrena existencia.





Martha Elsa Durazzo Magañana

Derechos Reservados de Autor.
Noviembre 2014

jueves, 30 de octubre de 2014

Encuentro Internacional de Escritores "Vientos del lago azul" en Juliaca, Perú.

Antología "Vértice de Encuentros 86 Poetas
En los vientos del Lago Azul

Compilador José Guillermo Vargas





~ * ~ 


DICTANDO LA PONENCIA "LA LITERATURA LATINOAMERICANA EN VERACRUZ, POR LA CADELPO", EN LA MUNICIPALIDAD DE JULIACA, PERÚ.







                                                                              ~ * ~ 

PRESENTANDO MI LIBRO "CONSUME LO QUE VERACRUZ PRODUCE", COMENTARISTA: ANA NAVONE DE ARGENTINA



                 

                                                                              ~ * ~ 


PARTICIPANDO CON POEMAS DE MI AUTORÍA, EN JULIACA, PERÚ.

                            
                                                                           ~ * ~ 




Compañeros Escritores


                                                                                 ~ * ~ 




miércoles, 17 de septiembre de 2014

Vértice


 ~ o ~


Me desperté en el vértice del amanecer
tan sólo para amar una alborada...
Había de un sueño despertado

...Recostada sobre la manta de la arena
escuchaba de las jaranas el canto
iniciaba mi mano a dibujar tu nombre
del alma brotó el trazo de un poema.

Del vértice de la alborada desperté
para amar el amanecer entre olas y tu nombre.


Martha Elsa Durazzo Magaña.





Fotografía: Gustavo Pastrana.
Libro: " Sólo quince caminando entre letras".
Ediciones Ehéccatl, 2014.




lunes, 11 de agosto de 2014

Solo Quince, caminando entre letras...



~ * ~

"Solo quince caminando entre palabras, es una vereda entre hojas, un andar acompañado de otros que aman ese punte luminoso que nos enlaza y envuelve, como las hojas de los árboles cuando son mecidas por el viento y pronuncian el canto de la Madre naturaleza...
Este libro, por ende, lleva hasta ti una polifonía, la de quince autores que amando la compañía, con el báculo -pluma-, han recorrido veredas... las de un oficio que se realiza en silencio y, normalmente, en solitario... y hoy cuando las manecillas del reloj se deslizan, marcando los tiempos, se unen y te comparten el fruto de su alma...
Para Alinn, nuestra escritora en ciernes, es su primer publicación... para otros es continuar el recorrido por las vías literarias, con el mismo espíritu que si de nuestro primer libro se tratara, porque el compromiso cotidianamente se renueva: sagrado es el verbo-verso-cuento-teatro o ensayo... Simplemente es el respeto, el amor por las palabras.
Quince, solo quince acompañados, bajo el divino Sol de un cofre que se abre desgranando sus adagios"

Autora de la Presentación de Solo quince caminando...:: Martha E. Durazzo.

Fotografía: Gustavo Pastrana... Siempre pensaré que quiso hacer Art nouveau.

jueves, 5 de junio de 2014

Bendición



Bendito aquel que expande la sonrisa cuando nos atiende; loado sea el camionero que no arranca hasta que su pasaje está seguro y no excede la velocidad ni el toquido del claxon...

 Bendito el amigo que te acompaña y agradece, y no te muerde la mano, en señal de cortesía... 

Benditos los pechos que amamantaron al político que cumple y recuerda su condición de servidor público...

Bendito sea el que te mira comprensivo cuando te enseña y abandona la sonrisa estúpida de quien más sabe, callando la indicación que corresponde... 

Loado el maestro que impulsa a su alumno, califica correctamente y auxilia a quien lo solicita...

 Bendito el estudiante que se aplica y el buen hijo... 

Bendito el patrón que paga lo justo y el obrero que cumple...

Bendito sean todos aquellos que respetan la vida, la trayectoria, los derechos, el trabajo y los logros ajenos...

 y guarda para Dios sus más bellas palabras. 


Martha Elsa Durazzo Magaña

Derechos Reservados

lunes, 2 de junio de 2014

Primavera


La luz de tus colores
matizó mi alma
y, de la habitación, las paredes,
de primavera impregnadas,
fueron de nuestras miradas
un eco.



Martha Elsa Durazzo Magaña

Derechos Reservados de Autor
Pintura: W. Kandinsky.

sábado, 31 de mayo de 2014

Bóveda



Abrir una ventana 
para mirar la bóveda celeste
y del Sol
el canto poder escuchar.


Martha Elsa Durazzo Magaña

Derechos Protegidos de Autor
Pintura Gris

jueves, 29 de mayo de 2014

Caracol



Al laberinto circular del caracol
el rumor del océano confió su custodia
Acerqué el oído
Te escuché.
Cada noche desdoblo lúdicos sueños
sobre la estera del mar.


De mi Poemario Alborada

Martha Elsa Durazzo Magaña

Derechos Reservado de Autor

martes, 27 de mayo de 2014

Amantes


Selene expande sus labios
desde el abierto espacio
por donde cuela esa nitidez que cubre
a los amantes.



Matha Elsa Durazzo Magaña

De mi poemario Alborada. 
Derechos Reservados de Autor
Pintura: Marc Chagall.

domingo, 25 de mayo de 2014

Perseidas


Luz que destellas,
centellante Perseida,
trazando ignotos mapas
en la fugacidad del tiempo.

Música del universo,
vías misteriosas
que del polvo forjadas,
mirar hacen al hombre
hacia la bóveda celeste.

Martha Elsa Durazzo Magaña:. 

Perseidas sobre Madrid, fotografía de J. Guillén.


viernes, 23 de mayo de 2014

Instantes




Trazar un instante de silencio
pleno de luz y color
Un instante que al conducirme
suave y tenue
el reencuentro me permita 
con la claridad de una sonrisa
y la apología casi innecesaria
del abrazo del Amor, llegar a ti.


Martha Elsa Durazzo Magaña:. 

Pintura: Marc Chagall.
Derechos protegidos de Autor

miércoles, 21 de mayo de 2014

Luna



Te miré Luna
al pasar
Tus destellos 
sobre las ondas del mar
me hablaron de eternidad.




Martha Elsa Durazzo Magaña

Derechos protegidos de Autor-
Pintura Remedios Varo

lunes, 19 de mayo de 2014

El Baile



Corre cuento, para ti, El baile...

Aúllan los perros… Un sudor frío comienza a humedecer mi cuerpo; agarro fuerte la almohada. Los perros continúan aullando; siento que traspasarán las puertas y vidrios de las ventanas. Aprieto fuerte los ojos, vuelvo a abrirlos; oigo un golpeteo; es mi corazón desbocado; a lo lejos se escucha un galope y los aullidos, los aúllos están al pie de mi ventana; la sombra de un perro se refleja agigantada en la pared de mi habitación; abre su hocico, aprieto los dientes; temblorosas mis manos colocan la almohada sobre mi cabeza… Se aleja el cántico lúgubre de los perros y el galopar del caballo.
Retiro la almohada de la cabeza y enciendo una lámpara de buró. –Ya pasó; pasaron los perros y el caballo; se quedan los recuerdos…
–Maclovia, acuéstate, ya es noche –me ordena mi hermana Luz María.
–Ustedes dijeron que iría al baile si les conseguía el permiso; cumplí mi parte; cumplan la suya. 
–Nadie dijo que no irás; si te quedas dormida, te despertamos.
–Eso dijeron el domingo pasado.
–¡Acuéstate!
–No. 
–Eres terca; lo hicimos por tu bien; entiende que estás niña –dice Charo, mi hermana mayor.
–A otras, de mi edad, las llevan cada domingo; prometo que no las molestaré; me pondré a jugar con mis amigas. 
–Que sí vas, ya te dije. Acuéstate un rato, así allá no empezarás con que tienes sueño.
–Si me dejan nunca volveré a sacarles el permiso con mi papá.
– ¿Cómo le hacemos? –en voz baja se cuestionan mis hermanas. 
–Esta vez no se quiere dormir y ya enfada cargar con ella –comenta Luz María.
–Espérate tantito, le mejoraré esa historia con la cual logré que se acostara el domingo anterior –pronuncia Ofelia.
–Maclovia, ven a mis brazos a que te cuente un cuento. 
–¿Cuál?
–Ven y lo sabrás.
Fui a sus brazos y comenzó a narrar la misma leyenda del domingo anterior.
–De repente por la calle aparecieron muchos perros que gruñían mostrando sus filosos dientes…. 
–Ofelia, cuéntame otra leyenda, ésta me da miedo.
–Estás conmigo, no tienes por qué asustarte –hizo un silencio. Charo apagó la luz, luego ella y Luz María salieron de la habitación y Ofelia continuó.
–Maclo, ¿oyes a lo lejos los ladridos y el galopar de un caballo?
Apretándome contra sus brazos, asentí con la cabeza.
–Atrás de los perros cabalga un llanero, su ropa está cubierta por alacranes que brillan de extraña manera y saltan sobre todo aquel que está cerca; nadie sabe cómo esas alimañas brincan y otras vuelven a cubrir su ropa; cuentan que son los bichos nacidos de sus carnes putrefactas que nunca terminan de pudrirse y expelen un olor pestilente; él oculta su testa cadavérica bajo la sombra de un pañuelo que tiene dos agujeros; por las cuencas vacías de sus ojos salen dos llamas; quien las mira, cae chamuscado. Hoy anda suelto, por ello alcanzamos a escuchar el ladrido de los perros que vienen acercándose… ¡Acuéstate rápido y cúbrete con la sábana! ¡Quédate ahí! ¡No te bajes! Todas las alimañas comienzan a alborotarse y nunca se sabe a quién le pueden brincar.
Mis manos agarran la sábana, castañetean mis dientes… 
–¡No me dejes Ofelia! ¡No me dejes sola!– le ruego.
–Cállate para que no te oigan los perros y se detengan cuando pasen por la ventana. Aquí espérame… Ya no habrá baile porque la gente se encierra en sus casas cuando aúllan los perros como hoy lo hacen.
Un miedo inconmensurable agita mi alma de niña; tiemblo y me muerdo los labios para callar los gritos que nacen del temor que me invade; raudales de lágrimas incontenibles recorren mi cara; bajo las sábanas retuerzo las manos y espero a que alguna de mis hermanas regrese; el cansancio me agota y duermo.
–¡Jesús, María y José! –oigo la voz de mi mamá que entra y prende la luz– Maclo, levántate y acompáñame.
–Mamita, no puedo levantarme porque dijo Ofelia que las alimañas…
–¡Obedéceme!
Me enderezo, miro bien el piso para revisar que no haya ningún animal y saltando llego hasta donde está mi madre…
–Mamita, ¡qué bueno que viniste! Tenía mucho miedo. Ofelia dijo que un llanero suelta alimañas y de sus ojos…
–¡Apúrate! Vamos al parque ¡Rápido! ¡Algo le ocurrió a tu hermana! Quienes vinieron a dar aviso dijeron que Ofelia estaba bailando con un muchacho fuereño, muy alto, guapo y bien vestido…
Presurosas salimos, mi madre y yo, hacia el parque. Vuelvo a intentar contarle el motivo de mi miedo, sin éxito, porque me interrumpe. -camina muchacha- Después retoma la explicación. -Los vieron que se fueron a platicar a una banca bajo la sombra de un árbol; aseguran que de pronto un montón de perros aullando invadió el parque; al mismo tiempo alcanzaron a escuchar un fuerte grito de tu hermana; cuando se acercaron a verla estaba sola, acostada sobre la banca con unos alacranes sobre el vestido. Llamaron al médico y nos fueron a avisar. Dicen que al empezar a preguntar quién conocía aquel muchacho que bailó con tu hermana, nadie supo dar razón –¡Apúrale, ya mero llegamos!– Hago una manda al Santo Patrón si el médico la salva. 
Al llegar al parque vimos un gran círculo de personas. 
–¡Dejen pasar a Doña Josefina y Maclovia!
Mi hermana parecía muerta; un médico le atendía.
–Doña Josefina, llevémosla a la clínica; ya pedí una camilla; pienso que se salvará; no eran colorados los alacranes y parece que nada más uno alcanzó a picarla.
Ella demoró para recuperarse; más por el estado nervioso, que por el piquete del alacrán. Días después pudo contarnos…
–Platicaba contenta con aquel hombre guapo y simpático; de pronto aparecieron los perros; entonces miré cómo su bello y varonil rostro comenzó a transformarse en una calavera; los ojos se le hundieron en las cuencas; grité aterrorizada y cerré mis ojos; sentí que me saltaban unos animales al cuerpo y un piquete; entonces comenzó un dolor tremendo y perdí la conciencia...
Me le quedo viendo a Ofelia cuando se le comienzan a escurrir las lágrimas, muerde sus labios, retuerce las manos y esconde la cabeza bajo la almohada; Charo y Luz María corren, se arrinconan en el suelo de una esquina, tiemblan de miedo mientras con las manos tapan sus oídos para no escuchar los aullidos de la jauría que se acerca, se acerca...

Martha Elsa Durazzo Magaña

PROTEGIDOS LOS DERECHOS DE AUTOR POR EL IVEC/CONACULTA.

martes, 6 de mayo de 2014

Madre Tierra




Y extendí mi brazo...
 besé a la Madre Tierra...
 y me cubrí de flores... 


Martha Elsa Durazzo Magaña
Derechos Reservados

Arte del Mtro. Rodolfo Morales, 
pintor de Oaxaca, México. 

domingo, 4 de mayo de 2014

Xóchitl





Buenas tardes, con Arco Iris, publicado por el IVEC/CONACULTA. Que disfruten.

Sentada en la banca de una ermita colonial gozo del silencio y veo las paredes encaladas de color blanco, los gruesos muros, las esculturas de los santos, las lágrimas que humedecen el rostro de la Dolorosa y el crucifijo que corona el altar.
Ecos e imágenes centenarias impregnan este recinto, reflexiono, cuando un estrépito quiebra el silencio y me hace voltear hacia la entrada…
Resuenan las botas del hombre blanco, rubio y barbado junto a quien se desplaza un grupo numeroso de amigos, colaboradores y guardias que, ruidosos, llenan la pequeña ermita. 
Él se acomoda al frente. Sale un fraile a celebrar el ritual; suena el latín; el incienso satura la iglesia creando un perfumado y brumoso ambiente que mitiga la claridad, ambarina, que parte de cirios y velas.
Comulgan Don Ignacio y su séquito de acompañantes entre los que destaca la distinción y belleza de una mujer blanca con ojos teñidos de cielo y rizos dorados, que escapan del cabello recogido y destellan bajo los encajes bordados de su mantilla… Doña Constanza es la prometida del guerrero conquistador… Murmuran que la noble mujer, sólo por él, atravesó los mares y que él, sólo por ella, envió aquellas naves para escoltar su viaje. 
A la distancia les observan un par de ojos, obsidiana, de una hermosa mujer indígena en cuyo vientre se agita la vida y las pasiones en su alma; de llanto, amor, celos y desesperación está impregnada la mirada que dirige a uno y otra.
Él, ante el anuncio de la llegada de Doña Constanza, le desterró de su habitación y casa, a donde ella, sigilosa, ha vuelto a acercarse y los sirvientes le han informado de las atenciones, jamás dadas a ella, con las cuales él rodea a la hispana.
Un dolor se clava en el corazón y otro en el vientre que se comprime; la criatura parece revolverse, ante el ritmo de la escena y los sentimientos maternos.
-¡No nacerás!, fruto de mi amor –determina Xóchitl.
El niño se agita. Concluye el rito. El hombre extiende la mano a Constanza quien coloca la suya sobre la de él para salir del templo. Don Ignacio pasa, indiferente, frente a la mujer que teje la cascada de su cabello en un par de trenzas.
Charlas y risas en el atrio de quienes visten brocados y se adornan con alhajas cuyas piedras refulgen al contacto con la luminosidad solar; luego Xóchitl los ve partir, sin que Don Ignacio le dirija ni una mirada, hacia el palacio del hispano. Nuevamente el niño se agita en su seno.
El fraile ha observado la escena y mira a Xóchitl encaminarse a la ribera del río.
Ella camina despacio, busca un lugar donde no puedan alcanzarla las miradas, ni escucharla ningún oído. Se detiene bajo las ramas de unos árboles que alcanzan los bordes ribereños. Toca el vientre con sus manos morenas y exclama:
-¡Vergüenza sobre mí! ¡Abjuré de mis dioses, abandoné las costumbres y tradiciones y le convertí en mi dios! ¡Piedra es su corazón al canto del mío! Palabras huecas sus promesas. El eclipse de mis días llegó con su presencia. Olvido, no quieres llegar para que cante mi alma con los trinos de las aves y el rumor de las aguas. Piedra de pedernal, en mi corazón, es su olvido. ¡No te agites más en mi vientre, niño! ¡No vivirás con la sal que, por su desprecio, bebí de sus labios! La nobleza de tus ancestros es mayor que la del engendro que engendró tu vida. Deja de llorar en mi vientre porque no conocerás el Sol, el movimiento de los astros, ni beberás la miel de mis pechos; tampoco verás nuestra tierra que ya no canta con la misma pureza. Candor, ¿dónde te encuentras? Ahora cubrimos con ropajes lo que antes era inocencia. Tiempos idos. Desfallecen, agonizantes, los sonidos de nuestros instrumentos de barro; cayeron nuestros guerreros y amé a quien violentó nuestra patria. No, no llores por dejar de ver esta tierra que, ahora, nos es ajena; no clames por lo que dejó de brillar como siete soles. Que nos arrastren las cantarinas aguas que sobrevuelan las coloridas mariposas y nos conduzcan a la mar. No temas, el tránsito es breve. Más allá del cenit está la libertad. ¡Muere, muere conmigo y juntos renazcamos en donde sale el Sol!
Va adentrándose en el río; el estruendo, insólito, de un rayo la detiene y un colibrí se posa en su hombro cuando oye un grito de Fray Domingo.
-¡Xóchitl, sal rápido! He de comunicarte que Don Ignacio ha muerto; falleció asfixiado con un trozo de carne que, durante la comida, se le atoró en la tráquea; ningún esfuerzo fue suficiente para salvarlo.
Xóchitl siente que el niño vuelve a agitarse, mira hacia el Oriente y suspira; al comenzar a salir del río, siente unas gotas de leche brotar de sus pechos; el agua de sus ojos y de su vientre se une a la del río; lanza el grito contenido; unos segundos después coloca el huipil sobre la tierra; el fraile corre a brindarle ayuda y sigue las instrucciones que ella le dicta, aprendidas de las comadronas indígenas… Tres, veinte, cincuenta pujidos…
De entre los troncos de sus piernas, se asoma una cabecita rubia… Fray Domingo ríe, llora y le entrega al niño… Los brazos se extienden y, aún jadeante, le acomoda sobre su pecho.
-Arco iris, te llamaré arco iris a ti, luz de mi vida.
Mientras Fray Domingo corre a pedir ayuda; Xóchitl empieza, muy quedo, a cantarle a su pequeño en náhuatl.
  

viernes, 2 de mayo de 2014

Paricutín



Buenas tardes, con un “PARICUTÍN”

A mi madre: María Magaña de Durazzo. 

Martha Elsa Durazzo M.


Voy caminando por el Malecón en Veracruz, las formas y colorido de los caracoles exhibidos en una tienda de artesanías convocan mi vista… Me baña la claridad del Sol que comienza a declinar mientras pinta de rosas y dorados las nubes… Cálida temperatura… La brisa me acaricia el rostro, juega con mi cabello… Detengo mi andar ante el niño que curva su delgada y morena espalda, para zambullirse en el mar; emerge el pequeño, moneda en mano, sonrisa y triunfo en la mirada… Un globo escapa en busca del infinito; colores de nubes, cielo y globo se conjuntan… Suena la sirena del barco que se despide: otros mares, puertos, diferentes rostros de hombres y mujeres verán los marineros; una mujer seca sus lágrimas, hace casita con las manos, grita con la esperanza de ser escuchada, pero su voz se pierde en la distancia; desde el barco una mano se agita; intuyo promesas, palabras… Parece engrandecerse el remolcador, sin su ayuda no sale el gigantesco barco…Veracruz y tus numerosos bajos atrapa sueños, los detienes entre rocas y corales… Se escucha la voz ronca del remolcador en dialecto plagado de señales… Sale el barco; en el mar quedan estelas: bordados de espumas que se quiebran en caprichosos dibujos que aparecen y desaparecen… Bandadas de gaviotas trazan dibujos etéreos… Hoy es “Miércoles Jarocho”, oigo: “Ay arriba y arriba iré, yo no soy marinero, yo no soy marinero por ti seré, por ti seré”… taconeos, girar de diferentes olas en que se convierten los organdíes, alforzas, encajes de la falda de jarocha; donaire y gracia veracruzana; sigo escuchando voces, zapateados, arpa, guitarras, jaranas… “Una vez que te dije que eras bonita, se te puso la cara coloradita, ay arriba y arriba iré”, resuena el huapango… Continúo mi andar con el espíritu colmado de ese alegre cantar del alma veracruzana… Miro, una a una, las numerosas fotografías de Colbert expuestas, temporalmente, a lo largo del Malecón… Me detengo, veo la de un volcán; estoy frente al Paricutín… Giro mi cabeza de Oriente a Poniente y recorro muchos kilómetros… Hay un clima templado… Me siento, reflexiono y miro… Cuatro centurias contenidas en las altas y anchas paredes de adobe, aldabas para cerrar puertas y ventanas, columnas y losas de cantera, teja roja francesa, perfume de rosales, azáleas, plúmbagos y anturios se intercalan con las fragancias de los azahares de limones y naranjos que navegan desde la huerta… Alas vertiginosas del colibrí que, suspendido en el aire, liba néctares; en penumbra está, una variedad de violetas africanas… Un rayo solar irrumpe el chorro acuífero de la fuente… Suenan las pajas de una escoba al contacto con la cantera… Una bella mujer, que deja caer sobre su espalda las negras trenzas, sacude las grandes hojas del anturio que ha crecido alto, tanto que se recarga y adueña de una columna… Oigo la voz de mi mamá: “Su belleza inspira a elogiar la creación de Dios”… Mi vista recorre, lentamente, plantas, aves, fuente, macetas, canteras, los seres que habitan esta casa luminosa; del fondo surgen sonidos que resultan mágicos por la espiritualidad que dimanan; toda la casa es un cántico de alabanza… Llegan aromas salidos de los hornos de leña que alberga la cocina…-Mamá, ¿por qué dos hornos?, pregunté siendo niña… Ella me respondió: “El grande se usa cuando se hornea comida para muchas personas; el pequeño cuando comemos sólo la familia; los flanes, panes de pastel, polvorones y galletas se hornean, también, en el chico; el pan que se consume aquí, por generaciones se les ha comprado a los antecesores de Pancho, el panadero, con quien tú me has acompañado”… Hasta mí viene la sensación del exquisito sabor de un rico pan “francés”… Cantan tzentzontles, clarines y jilgueros mientras mi madre narra: “Yo era muy joven, fue en mil novecientos cuarenta y tres; pese a la distancia que estamos de San Juan Parangaricutirimícuaro, esta casa se cimbraba con los movimientos telúricos; chocaban las aldabas, cuadros, espejos y los cristales de las lámparas que se mecían, transmutados en péndulos de reloj, creando fantasmagóricos ruidos; este patio se cubría de una arenilla y ceniza volcánica; se esperaban temblores más intensos”… Mi madre hace una pausa, ríe y pronuncia: “Tu tía Amelia vivía en su casa del portal, ya estaba casada con Enrique; ella le dijo a tu abuela que nos fuéramos a dormir con ella al portal; ya sabes que Amelia, como tu Mamá Nenita, es miedosa”… Escucho la voz, armoniosa, de mi Mamá Nenita, que anda por allí cuidando plantas… “Yo no soy miedosa; era un acto de prudencia”, dice, mientras el Sol da brillo de trigo a sus cabellos y hace resplandecer el verde oliva de sus ojos… Sonríe, casi imperceptiblemente mi madre, coloca una sobre otra, las manos que parecen de pianista; un rayo solar roza su cabello castaño claro e ilumina sus grandes ojos… “Bueno, no son miedosas, sino prudentes; decían que en caso de un sismo fuerte, estaríamos más seguros; convencieron a tu abuela Elena que ordenó trasladaran las camas al portal; mucha gente dormimos, aquellos días, al exterior; también el señor cura Pimentel, que en Gloria de Dios esté, abrió el atrio de la iglesia para quien quisiera dormir allí. Tu abuelito y tíos dijeron: -Nosotros seguimos en nuestra casa, si hay algún temblor que amerite, nos vamos a la huerta… “Tu tío Enrique sí durmió en el portal; el suyo hija, fue también, un acto dictado por la prudencia. Tu abuelita conservó, día y noche, un cirio encendido bajo la pintura del Sagrado Corazón de Jesús, que a través de los siglos nos ha acompañado; durante los años de persecución religiosa, tras él se escondió la propaganda cristera; platicaba tu abuelita que a los militares alguien les dio aviso y por ello muchas veces entraron, buscaban por toda la casa y huerta, llegaron a perforar los muros, ella los dejaba hacer sin angustiarse, sentía que estaba bien cuidada; jamás encontraron la propaganda; esa imagen del Sagrado Corazón que estaba colgada en la sala principal, a la vista de todos y es la que hoy está en la recámara de tu padre y mía. En aquellos días del Paricutín, nosotras orando, convertidas en flamas de luz elevadas a la misericordia… Hija cuentan que iba un hombre arando su milpa cuando escuchó: Sh, sh, sh…-Imagino o la tierra me habla…Sorprendido el hombre se detiene… Shh, shh, shh, vuelve a oirse… El hombre suelta las riendas y se rasca el cuello al ver que la yunta continúa avanzando hasta detenerse en una roca… Una voz, tímida, interrumpe a mi madre… -Señora Mary -le dice una de las muchachas-, ¿podemos acercarnos a oír?... Antes de responder, mi mamá recoge la falda de su vestido e indica con la mano que pueden sentarse; sigo su ejemplo y me recorro a la orilla del mueble austriaco… Mamá Nenita por allá continúa regando plantas; parece no participar, pero está pendiente de todo… -Mamá Nenita, ¿no vas a venir?, pregunto…-Sí, nada más voy a la cocina a pedirle a Esperanza que les traiga unos polvorones, fresas cristalizadas y unas tazas con café… -No señora Elenita, dice Cata, que ya ha dejado la escoba, venga a sentarse y yo voy… María de Jesús se levanta, también, comedida… Mamá Nenita entrega la regadera y se integra al grupo… Guardamos silencio hasta que regresan María de Jesús y Cata con las bandejas en las manos, acompañadas de Esperanza… Yo, también señora Elenita y señora Mary, quiero oír lo del Paricutín, dice… Mi mamá vuelve a iniciar la historia… “Iba el hombre arando su milpa, cuando escuchó Shhh, Shhh, mezclado con rumores de aves que emprenden el vuelo, el ladrido de los perros y el mugir de las vacas… Shhhh, oye otra vez… Su vista busca en la tierra… Shhh, shhh… -No me equivoco, madre tierra, nuevamente, me habla. Madre tierra, ¿dónde me llamas?... Shhh, shhhh… Despacio sigue la ruta que el sonido le marca… Shhh, shhh, shhh… Se quita el sombrero y los huaraches… -¿Qué tienes Madre tierra, estás alegre o enojada?... Shhh… -Estás triste, Madrecita tierra. ¿Quieres decirme esa razón de tu tristeza?... Shhhh… En el aire exhalado por la madre tierra se dibujan imágenes aterrantes, sobresalen manos ensangrentadas que aprietan monedas, armas, gargantas; dragones metálicos lanzan por sus hocicos llamas, olor a carne humana calcinada; millones de seres caen bajo proyectiles; otros son asfixiados en gigantescos hornos; huesos y pieles humanas convertidos en botones, lámparas; movimientos teutónicos; bailan su oscura, destructora danza los demonios… Shhhh, shhhh, shhhh… Nuevas imágenes de pruebas atómicas que abaten su entraña… Shhhh, shhhh, shhhh… -Madrecita, es tan horrible, no entiendo…Shhhhh, shhhhh, shhhhh, silbidos convertidos en clamores de duelo, gritos, llantos, alaridos que se confunden en pavorosa sinfonía… Shhhhhh, shhhhhh, shhhhhh… El hombre toca sus erizados cabellos, después da vuelta al sombrero entre sus encallecidas manos… Recobra su voz los cantarinos sonidos… -Madrecita, ¿por qué dejarás fluir aquí tus penas?, ¿por qué en este lugar que canta? Si quieres canto aquellas canciones que te gustan y después me dices si puedo hacer algo más, para alegrarte el alma?...Shh, shh… -Madrecita bonita, cantar de mi voz, fuente inagotable de frutos, vestido de millones de colores y aromas, ¿está decidido que sea aquí?... Fluyen de sus ojos gotas de agua cristalina… -Mira Madrecita las milpas, los jacales, la serranía, mariposas y aves y a lo mejor, te contentas… Tenue escucha: -Amado hijito, es aquí… Shhhh… Entonces ve el hombre dibujarse un volcán: grandes piedras son arrojadas, inmensas llamas tiñen de rojo, color de vida y muerte, la sombría noche que oculta las estrellas tras nubes de humo y ceniza; corre candente lava, ruidos atronadores surgen de la tierra que crepita… -Anda hijo, ve a dar aviso, es tiempo… -Ya voy Madrecita, y si… -No te retarde ningún pensamiento, sólo levanta esa roca donde los ángeles colocaron tu arado… Shhhhhhh… El hombre no puede con el peso de la roca, anima a la yunta, los animales jalan, jalan, pero no logran moverla… Aparecen unos ángeles, con formas humanas y le ayudan a levantar la roca; queda descubierto un boquete que permite la exhalación de los gases… -Corre hijito, avisa.
“Mi alma alaba al Creador y mi espíritu se llena de gozo en Dios mi Salvador…”. “Jesús mil veces”… Oraciones que brotan desde miles de gargantas; repique estruendoso de campanas; los pobladores se niegan a dejar el crucifijo que tantos devotos tiene; el cura recoge las sagradas formas; deja encendido el cirio pascual al pie del altar… La población empieza a emigrar… Entre estridencias, piedras vomitadas, cenizas, fulgurantes coloridos de luces y llamas, batallan ángeles y demonios, unos defienden la vida, otros la muerte… Los eviternos ángeles frenan con las celestiales espadas a los satanes que soplan furiosos vendavales sobre las rocas, municiones de catapulta, dirigidas a un joven; otros arrojan pestilentes eructos a los ríos de lava para dirigirlos al camposanto donde Pedro, el joven huérfano, frente a la tumba de sus padres entona arrullos convertidos en ecos de su alma purépecha… Una sombra dantesca lo cubre y le impide oír las voces internas que le incitan a salvarse… Se va acercando la lava… Un arcángel, vestido de guerrero, desciende; mueve hacia los cuatro puntos cardinales su espada flamígera… Empieza a surgir una luz dorada de amanecer, que termina la oscuridad; vibran suaves y firmes las palabras del Arcángel: -Pedro deja a los muertos con los muertos… Al joven se le dilatan las pupilas; nostálgico mira las tumbas… -Dios, permite -pronuncia el Arcángel… -Alza tu mirada, ordena con voz estentórea… Elevando la vista Pedro ve, rodeados por miríadas de estrellas, los rostros de sus padres… -Ven muchacho, ya viste que ellos no necesitan guardianes… Pedro percibe unas esencias florales junto a él; cuando vuelve la vista va caminando al final de la fila de los emigrantes… A una señal del Arcángel, los ángeles dejan fluir su aliento… La incandescente lava regresa a la boca del volcán…
“Mira hija, escuchen muchachas, gracias al aviso que dio aquel hombre, no pasaron desgracias; se dijo que la erupción fue menos violenta pues al retirar la roca, tuvieron pronta salida los gases. Una nube se extendía a través de los cerros; si aquí llegaba la arenilla y ceniza volcánica, en Uruapan, que está más cerca del Paricutín, caían piedrecillas del tamaño de un granizo. Ninguna casa fue destruida en San Juan Parangaricutirimícuaro; la Iglesia está sepultada bajo las piedras que arrojó el volcán, pero el altar quedó perfectamente librado, como si allí se hubiera detenido todo; igualmente sobresalen las dos torres o campanarios… Jamás resentimos un temblor considerable; tu abuela ordenó trajeran de regreso las camas; parecía una prudencia innecesaria seguir durmiendo en el portal, no podíamos conciliar bien el sueño porque era mortificante dormir a la vista pública; fue grato volver a dormir en casa… -Mamá, si el pueblo quedó en perfectas condiciones, ¿por qué no regresaron?... -Hija, siempre dirán que por precaución, la posibilidad de nuevas erupciones porque durante varios años estuvo activo el Paricutín; para 1945 se erguía a más de cuatrocientos metros. Los pobladores de San Juan Parangaricutirimícuaro eran muy religiosos e íntimos; los únicos visitantes que les gustaba recibir era a los devotos de su crucifijo –la fiesta grande era el trece de septiembre-, les disgustó que llegó mucho extranjero, demasiados turistas; les entristeció que su Iglesia no estaba en condiciones de tener culto; cuando salieron del lugar, llevaron en procesión, entre velas, cantos e incienso, su amado crucifijo; fundaron San Juan Nuevo donde construyeron una réplica de su Iglesia y allí lo veneran. En un lugar de tantos cerros, en donde parecía no caber ni uno más, nació el Paricutín. No se perdió ni un alma”… Se interrumpe la voz de mi madre; oigo el sonido acerado de aldabas; elevo la mirada al intenso azul del cielo… Suspiro… Giro mi cabeza de Oriente a Poniente… Estoy en el Malecón de Veracruz.


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