viernes, 25 de abril de 2014

Para las mujeres, es fácil...



“Para las mujeres, es fácil”

Lorena llega a su casa, ubicada en el fraccionamiento más lujoso del puerto. Enciende las luces. Entra a su recámara, se desviste y comienza a bañarse; al salir unta en su vientre pomada, se pone un camisón, la bata, toma dos pastillas luego de leer una receta, respira profundo, descuelga el teléfono y marca el número de José Humberto, que estudia en Puebla.
-Hijo, ¿cómo estás?... Yo bien, con mucho trabajo, gracias a Dios… ¿Me notas la voz diferente? No, José Humberto, no me pasa nada… Temprano hice el pago del crédito hipotecario de la casa y te deposité lo de tus gastos, así que tienes disponibilidad en la tarjeta… Sí hijo, salí a cenar como casi todas las noches… Cuídate y estudia.
Realmente suele cenar en la oficina con Lilia, quien es soltera y más que una empleada, es su amiga; de repente voltea y ve sobre el tocador unos retratos; se acerca, toma uno y lo coloca sobre su buró.
-La vida continúa -piensa. 
Abre la ley aduanera y comienza a estudiar; se distrae porque siente un nudo en la garganta… Acerca el retrato a su pecho; después lo separa y seca unas lágrimas que se le deslizan.
-¿Para las mujeres es fácil? –mentalmente, se cuestiona.
Viendo el retrato, contra su costumbre, inicia un monólogo en voz alta:
-Nunca tuve tiempo ni ocasión para dejar fluir el dolor atajado al separarnos; incluso cualquier animal herido, deja correr un aullido de lamento. ¿Cómo, cómo hacerlo? ¿En qué momento? He vivido agradeciendo el don de la vida, nuestro hijo, las oportunidades, tantas cosas...
Lorena detiene el llanto, pero la emoción vuelve con la fuerza de una ola que se estrella sobre un muro de contención, impulsada por el viento, después continúa su diatriba:
-José Humberto terminando vendrá, después partirá a realizar su maestría en España. Se aflige mi corazón porque estará lejos, pero con sus espléndidas alas remontando el vuelo… Humberto, cada día que pasa nos acerca. ¡Cuánto te extraño! Hoy un hombre, cuando abría la portezuela, me encañonó y aventándome al interior del auto hizo que siguiera la ruta que él quiso. Me hizo bajar en la Playa Norte y sin más, comenzó a golpearme, hasta dejarme inconsciente. Recobré el sentido y poco a poco la noción del suceso y de la ubicación, mientras los dolores físicos se agudizaban me di cuenta que inexplicablemente no se había robado el carro, ni siquiera mi bolso; entonces, ¿qué quería? ¿Sólo golpearme? ¿Lo mandaron a hacerlo?, pero ¿quién? Reaccioné, no había tiempo que perder y lo más rápido que pude subí, encendí el carro y fui a ver un amigo médico quien me revisó y recomendó que, inmediatamente, interpusiera una denuncia; tuve que reconocer que carecía de energía; necesitaba estar aquí, en casa, escuchar a nuestro hijo. Denunciaré mañana, sin falta, pero, ¿cómo denuncio los golpes silenciosos?

II


-Papá, te llamo porque al regresar de comprar la cuna para el niño, Humberto sufrió un infarto fulminante, cuando llegó la ambulancia estaba muerto. Estoy en la funeraria.
Lorena contiene el llanto. Mientras oye a su padre, al sentir una fuerte contracción, cobra consciencia que ha de mantener la calma; a su hijo le falta un mes de gestación. Controlándose, responde:
-Fue imposible llamar antes, tuve que resolver los trámites… Humberto había estado bien, la semana pasada lo acompañé al cardiólogo… Ya sé que siempre te opusiste a nuestro matrimonio por su problema cardiaco. No es el momento de traerlo a cuenta; sólo quiero saber si podrán venir al sepelio; necesito su apoyo y presencia… Bueno, los espero en la agencia funeraria ubicada en Félix Cuevas de la Colonia Del Valle. Despreocúpate de los gastos del funeral, por su enfermedad fue previsor, está cubierto… Papá no sé cuánto tengamos en la cuenta del banco… El parto, también, está pagado… Con la ayuda de Dios y mi esfuerzo, saldremos adelante… Papá, comprende que yo lo amaba y ahora no conocerá ni disfrutará a su hijo, ni volveré a verlo. Disculpa, colgaré para avisarle a su familia y que vengan a México… Aquí los espero.

III

Pasan los días y Lorena se entera que ahorraron más de lo que pensaba; aún así no alcanza para poner la Agencia Aduanal, sostenerla en tanto se hace de clientes, tener un soporte para el pago de impuestos, salarios de personal, cubrir los gastos del niño y de ella… Con José Humberto en brazos se dirige a una inmobiliaria y pone en venta la casa, que es el bien patrimonial más importante que posee… 
Ese día Lorena recordó las palabras, en broma, de Humberto cuando compraron la casa:
-Se escriturará a tu nombre; no quiero que por resolver la testamentaría carezcas de tiempo para extrañarme; deseo que siempre me recuerdes con una sonrisa; ya tenemos nuestra casa, lo necesario para trasladar mi oficina, ahora ahorraremos para que cuando apruebes tu examen de Agente Aduanal tengamos para cubrir lo relativo al tema. Será bueno para mi corazón vivir al nivel del mar. Mi papá ofreció regalarme, para dar allá, el anticipo de una casa; esta servirá para cuando vengamos a la capital.
Al aprobar su examen se fue con su hijo a vivir al puerto, allí alquiló una casa pequeña, tenía que ahorrar al máximo. Sus suegros pareció que cuando enterraron al hijo, sepultaron a la nuera y al nieto. 

IV

Algo inexorable, es el transcurrir del tiempo… Días viendo cómo disminuían los ahorros. Días incansables buscando la solución, los clientes. Noches dedicadas al estudio, hasta quedarse dormida con la luz encendida y los aranceles abiertos. Días difíciles con trabajo y el niño enfermo. Noches en vela acallando los recuerdos de Humberto, dominando las necesidades de su naturaleza. Días serenos al ir viendo crecer a su hijo… Procuraba resolver lo más que podía sin molestar a su familia, pero también había días que resultaba imprescindible pedir ayuda… Días, que iban sumando años.

V

-Inés, buenos días; me recomendó un exportador y surgió un excelente cliente, pero no puedo financiar el total del pago de impuestos y el banco tiene cerradas los créditos.
Oye la voz de su hermana, impregnada con un leve tono de enfado al responderle:
-¡Ay Lorena!, conoces a mi marido con respecto a esos temas; dime, ¿a cuánto asciende lo que necesitas?… Despreocúpate, ni modo, le pediré que, como accionista, llame al banco para solicitar que te amplíen el crédito; los padrinos de bautizo deben ver por el ahijado… Por cierto, quiero hablar contigo; fui a una reunión y hay un escándalo porque dicen que te vieron cenando con un hombre y que te ven por el centro, a elevadas horas de la noche o de madrugada.
-Inés por el giro del trabajo con cierta frecuencia tengo comidas o cenas con varones y si me ven a altas horas de la noche, como sabes, es porque voy al recinto fiscal, a la hora que sea necesario.
-Lo sé, pero ¿qué no puedes tener un embarcador? Con respecto al hombre, dicen que es casado y te vieron con él en México –le espeta su hermana.
-Pagar más sueldos, imposible. Con respecto a lo otro, cuando cierre la oficina, si puedes te veré en tu casa. Gracias por ayudarme.
-Siempre que pueda te apoyaré. Quiero mucho mi ahijado y a ti, por supuesto; nada más te recomiendo que reflexiones; conoces los criterios aplicados en nuestra sociedad hacia la mujer. Te espero. 
Lorena al colgar el teléfono se queda preocupada; después de quince años de viuda se permitió sostener una relación con David Hernández; él le aseguró que estaba divorciado; luego resultó que el proceso de divorcio estaba por concluir. Ciertamente se vieron en México y coincidieron en el mismo lugar con Alfonso Fernández Ávalos, uno de los más importantes Agentes Aduanales del puerto, casado y molesto porque fue quien, en su momento, más le había insistido para que sostuvieran relaciones, afirmando que con él tendría la vida resuelta y era un hombre discreto. Cuando Alfonso regresó al puerto, se dedicó a platicar el evento de haberla encontrado con David; llegó a oídos de la aún esposa y se negó a dar la última firma del divorcio… Deja de pensar y le llama al radio para explicar lo que sucede y aunque él insiste en que continúen, corta tajante:
-David suficiente muestra de amor por mí, fue tu mentira; cuando resuelvas tu situación, llámame.
Da la hora de cierre de la oficina, se dirige a casa de Inés, le platica y afirma que terminó con David, le asegura que por ese tema ya no habrá de qué mortificarse; pero el comentario ya corría como reguero de pólvora, alentado por la esposa de David y propagado por Alfonso.
Una batalla de resistencia fue tolerar el tiempo en que las lenguas, que cual reptiles venenosos se revolvieron, de tal manera que ella tuvo que hablar del tema con su hijo. El chico le reprochó y salió, dando un portazo. Una noche de angustia, sin saber dónde o cómo estaba. Al día siguiente regresó y sin decir más, la abrazó.

V

Lorena estaciona el carro. Mira el reloj y comprueba que tiene treinta minutos de margen para su próxima cita; hace dos días le provocó satisfacción la llamada telefónica de Ignacio Hesse, Gerente General de Frundemberg, uno de los principales importadores de licores del país y hoy mandan a Eduardo Fernández, su representante.
-Han sido años de trabajo profesional y esfuerzo, pero se va logrando –piensa, en tanto apresura el paso sobre las zapatillas. 
Entra saludando al personal, ingresa a su oficina y recibe un voluminoso número de documentos que requieren su autorización.; se detiene en uno…
-Lilia, este pedimento requerirá que llamemos a las oficinas de Dumex; el arancel que sugieren es incorrecto y por lo tanto, el monto del impuesto. Cuando concluya la próxima reunión programada, tráeme la tarifa del Impuesto General de Importación.
-Se lo traeré; el Sr. Eduardo Fernández anunció que llegará con media hora de retraso. ¿Gusta que entregue a Felipe lo que ya autorizó o prefiere verificar otros?
-Adelantemos –contesta y prosigue examinando documentos-. Este pedimento requiere aumentar la información con el número de las anotaciones –señala el artículo en cuestión. 
-Licenciada, ¿a qué hora estudia tanto? Los Agentes tienen clasificadores y usted…
-Por las noches estudio. Dicen mis amigas que carezco de vida propia; yo digo que mi hijo y el trabajo, son mi vida. 
-Pero es joven, licenciada.
-La vida marca pautas y hay que tomarlas… Por cierto, yo tengo que felicitarme, eres un gran apoyo –firma más documentos y es cuando suena el intercomunicador.
-Licenciada, llegó su cliente.
-Que tome asiento.
Extiende cheques por el monto de los impuestos. Cepilla la espléndida melena que le llega a los hombros, se retoca la pintura de los labios y solicita que lo pasen.
El empleado de la firma importadora de licores, cuyas oficinas están en la capital del país, recorre con la vista -sin discreción alguna- las paredes tapizadas, los lujosos muebles de oficina, las maderas preciosas del escritorio, detrás del cual se encuentra su interlocutora y comienza a presentarse: 
-Soy Eduardo Fernández y represento la firma Frundemberg; el licenciado Hesse, nuestro Gerente General, como le comunicó telefónicamente, desea que ahora sea usted se nuestro Agente Aduanal y haga los trámites de los embarques que arriban por este puerto –se interrumpe intempestivamente para comentar:
-Se ve que usted es una mujer de metas y triunfo y me parece que no le fue tan difícil lograrlo; a las mujeres les resulta fácil que todas las puertas se les abran. No tiene usted tantos años en el rubro y contra herederos de patentes muy antiguas, resultó electa presidente de la Asociación de Agentes Aduanales.
Lorena, para sus adentros, lamenta el comentario, sonríe y dice:
-Quisiera abordar el asunto que viene a tratar; en media hora iré al muelle a presenciar el despacho y salida de la Aduana de un cargamento de Domecq.
-¡Ah!, ¿así que va personalmente? ¿Qué ya no lleva Plancarte la firma Domecq?
-Tuvieron a bien distinguirnos con su confianza y, sí, voy personalmente.
-Pero ir al muelle es asunto de varones.
-Vayamos a nuestro negocio señor Fernández, vamos contra reloj –acorta.
Eduardo Fernández saca del portafolio de piel el pedimento y se lo extiende.
-En tanto me entero de la frecuencia de embarques y destino a enviar la mercancía, ¿gusta tomar algo? 
Ella marca el intercomunicador, entra una secretaria quien regresa con un refresco y un aromático café para su jefa. Al concluir Lorena de leer, comenta:
-Llamaré a su Gerente General para afinar algunos detalles. Veo que está por arribar el primer embarque. Permítame. 
Llama a la Capitanía del Puerto para confirmar la fecha de arribo del buque.
-Están avisando que, de continuar el mal tiempo en Galveston, el barco llegará un día posterior a la fecha indicada. Hoy daremos curso a su pedimento; sólo cambiaré esta especificación que es algo similar a la que corresponde, pero de tasa hacendaria muy diferente –al decir esto abre un cajón, saca un archivo y muestra el punto al que alude. 
Eduardo comprueba que Lorena trabaja ágilmente y no cayó en la trampa; él comienza a recordar opiniones contradictorias a lo que observa y que provocaron le manifestara al Gerente General que era una equivocación cambiar de Agente Aduanal. También es cierto que, además de las opiniones, él tiene un interés específico, inducido por Sergio Rivadeneyra, Agente Aduanal al que le quitaron la cuenta para dársela a Lorena Uribesalgo, en ese momento recuerda el ofrecimiento de Sergio:
-Una buena suma te daré Eduardo, suficiente como para que tomes unas vacaciones con tu familia, si logras que Lorena caiga en una trampa para que pierda el cliente; Frundemberg es una firma que me dio mucho a ganar y además me molesta que me la quiten y la obtenga esa mujer que va logrando su cartera de clientes y sus objetivos a punta de abrir las piernas, no dudes que ya se acostó con tu jefe; hasta quedó como presidenta de la Asociación; es insoportable vernos dirigidos por una mujer, que además no sabe nada. Se presta a corruptelas, aunque se de aires de santa; si no, ¿de dónde sacó el capital para financiar el pago de impuestos? En un descuido le veremos perder su patente, si no es que termina en la cárcel por fraude fiscal. Métele errores, para que manden el pedimento a juicio.


VI


Desde que ganó la presidencia de los Agentes Aduanales, la batalla se encarnizó más. Constantemente tiene que volver a revisar los pedimentos; hubo de despedir a más de un empleado al comprobar malos manejos, errores intencionales para demorar los trámites, mercancías a las que inexplicablemente les negaban la salida del recinto, falsificaciones de su firma en documentos, que se resolvieron a su favor gracias a la comprobación de calígrafos. Un día se decidió y pidió a Lilia que fuera al penal, adonde estaba quien había falsificado su firma.
-Nacho, vengo a platicar contigo, dime por qué lo hiciste, después diez años de trabajar con la licenciada y de quien siempre tuviste apoyo, cuando lo necesitaste. Háblame con la verdad; son muchas las cosas que están ocurriendo, para que sean casualidad. La patrona te ofrece pagarte el abogado.
-La verdad es que por quien me comprometí me dejó aquí, abandonado; fue Sergio Revadeneyra, pero son varios del grupo contrincante en las elecciones quienes quieren fregarla; la saludan, la felicitan, pero aseguran que van a hundirla. Me avergüenza haberlo hecho; no pude declararlo porque tuve miedo; tienes razón, la patrona siempre se portó bien y necesito trabajar; sabe Dios cómo se la esté viendo Chata para sacar adelante los chamacos por mi mala cabeza; me ofrecieron mucho dinero y mira la ambición adónde me tiene.
-Nacho, la licenciada te mandará un buen abogado. Guardaremos en secreto lo que me comunicas.


VII

Lorena al recordar lo anterior, aún viendo la fotografía de Humberto, siente recibir una descarga… Toma la ley aduanera para acomodarla en el librero. Checa en su agenda el primer compromiso que tiene; justamente es una reunión donde, como presidente de la Asociación de Agentes Aduanales, analizará todos los recursos para apoyar a Sergio Rivadeneyra; está en prisión por fraude fiscal y muy probablemente, pierda la patente; ella cuando termina le reunión irá al Ministerio Público a interponer una denuncia por asalto, con violencia. Se quita su bata y acercándose la fotografía de Humberto, le da un beso.
-Sí, me duelen menos los golpes –dice y comienza a sentir que los párpados se le cierran. Antes de apagar la luz, piensa:
-Fácil no ha sido, pero va bien nuestro hijo.

FIN


Martha Elsa Durazzo Magaña

Boca del Río, Ver. Enero de 2009.
DERECHOS PROTEGIDOS POR EL IVEC Y CONCAULTA-

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