Bajo aquella luz
con las elevadas montañas
acompañando nuestro paso
tus manos rozaron las mías...
No volví a hablarte...
Las montañas me esperan
...y siempre sabré
de tu olvido
de tu imagen que permanece
como el canto de las aves
mientras estás seguro
de mi silencio...
Así debería ser...
Sólo un destello
con la fugacidad
del viento
que posee
su propia belleza.
Bajo aquella luz
que traigo a mi presente
te regalo mis últimos versos
...Y miraré, sin tu imagen,
el bosquejo de un olvido...
Quizá regrese a la cumbre
para mirar de las aves
su elevado vuelo
y soltar las amarras
de cualquier momento
que memorias traiga
de mi silencio
de tu olvido.
Martha Durazzo
D.R.2016
*Fotografía: Gustavo Pastrana.
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