Madre naturaleza
Salí para contemplar un amanecer…
Pálidos y titilantes zafiros celestes besaban al Sol…
Despedida, entramadora de amor.
Y yo admiré
al Sol forjador luminoso,
la prístina transparencia de las líquidas perlas,
-rocío que nutre las rosas del jardín…
Y las aves surcando viento…
Etéreas vías trazadas, juglares de ágil batir de alas… y
la levedad de la crisálida
tejiéndose en un pétalo.
El astro rey, en su síncrono viaje, acentuó su aliento
-mensajero derramador de esperanza y paz-,
amante de Tonantzin,
la de colores revestida.
Desde el portal de su sinfónico canto, arrojaron sus semillas,
y los hombres buenos, acentuando las trincheras conservadoras
de bosques, lagos, montañas, cascadas y ríos.
Martha Elsa Durazzo Magaña
Antología México-Chile 2014
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